miércoles, 31 de agosto de 2016

Buscando agua potable en Majuro

            Ya establecido en el Resort of the Marshall Islands, en Majuro, traté de descansar un poco, pero se me hizo difícil. Tantas horas de viaje y trasnochos, paradójicamente, no permiten descansar bien una vez que la travesía ha terminado. Tuve sed y fui al baño a beber agua, pero un cartel colocado en el espejo me advertía que no era recomendable beber agua del grifo. Naturalmente, estoy acostumbrado a estas cosas. En Maracaibo, el agua del grifo tampoco es potable. Lo triste, no obstante, es que en las Islas Marshall es comprensible, porque las islas siempre tienen poco acceso al agua dulce; Maracaibo, en cambio, está situado al lado de un inmenso lago, pero eso no nos sirve de nada.
            En vista de que necesitaría agua, salí a comprarla inmediatamente. La mayor parte de Majuro consiste sólo en una avenida. Hay dos o tres supermercados con aire acondicionado, y agradables a la vista. El resto, son almacenes muy parecidos a las bodegas que uno perfectamente puede encontrar en cualquier barrio de Maracaibo.

            Dada mi pauperización, me he mentalizado con la idea de que, durante mi estadía en las Islas Marshall, debo gastar mínimamente. Y así, opté por acudir a las bodegas calurosas y feas porque supuse que el precio sería más barato. Al menos en el caso del agua, supuse mal. Luego descubrí que los mercados agradables con aire acondicionado, venden el agua a precio más económico. Son misterios de la economía que yo no entiendo, y por ahora, tampoco tengo la voluntad de buscar comprenderlos.
            La dueña de la tienda me vendió un paquete de galones de agua potable. Me arrepentí de comprárselos a ella, porque al llegar al hotel, se me hizo muy difícil abrirlos. Tuve que cargar esos botellones dos cuadras, y como es costumbre, llegué muy sudado. La señora de la tienda me había advertido que para mí era mejor tomar un taxi, pero yo, en mi mentalidad mezquina como producto de la crisis venezolana, me empeñé en ahorrar los veinticinco centavos que habría pagado en transporte.
            La señora de la tienda era de Fiji. Por alguna extraña razón, me llama mucho la atención ese país. Siempre he estado interesado en las dificultades de la convivencia en sociedades con enfrentamientos étnicos, y el caso de Fiji ha sido bastante complejo. La señora era de origen indio, y en Fiji, los ciudadanos de origen indio llevan ya varias décadas enfrentándose a los ciudadanos de origen nativo. Además, Fiji despierta en mí un cierto interés morboso: hasta no hace mucho, el canibalismo en ese país era rampante, y los colonialistas pusieron fin a aquello.
            Conforme pasaban los días, iba descubriendo que la clase mercante dominante en Majuro, son los chinos. Se puede entrar a muchos negocios en Majuro, y se verá a un marshalés tirado en el piso haciendo una labor,  mientras que el chino (por lo general sin camisa, pues sus tiendas son muy calurosas) está en la caja registradora vigilando que todo esté en orden.
            No he logrado detectar si esto genera conflictos en las Islas Marshall. Un reconocido estudioso de Micronesia, Francis Hezel, asegura que este dominio de los chinos sí genera problemas. Es natural que así sea. Una politóloga norteamericana, Amy Chua, escribió un influyente libro, The World on Fire, en el cual advertía que, cuando en un país, los dueños de los negocios hablan un idioma o tienen un color de piel distinto a los empleados de esos negocios, habrá conflictos.
            Según comenta Hezel, el dominio de estos chinos surgió a raíz de la decisión del gobierno marshalés, hace un par de décadas, de vender pasaportes para atraer inversionistas. Los chinos compraron estos pasaportes, pero en vez de quedarse a invertir legítimamente en las Islas Marshall, usaron esos pasaportes para emigrar a EE.UU. (quienes tienen pasaporte marshalés no necesitan visa de trabajo o residencia en EE.UU.), o establecieron negocios en Majuro, pero a través del contrabando y la evasión fiscal.
            En Venezuela, con la crisis alimentaria, ha habido algunos brotes xenofóbicos en contra de los chinos, pues ellos también son los dueños de muchos locales comerciales que, se alega, acaparan comida. Lo interesante en el caso de Majuro, no obstante, es que esta clase dominante china viene de Taiwán. Como se sabe, la China comunista y Taiwán están enfrentados, y aquellos países que se la lleven bien con uno, no se la pueden llevar bien con el otro, pues inmediatamente hay represalias.
            Los políticos marshaleses han participado en este jueguito, y así, algunos años han sido fieles a un bando, sólo para darles una patada en el culo, y luego pasarse al otro bando. En algún momento, las Islas Marshall tenía relación con la China roja, pero ahora, viven un romance con Taiwán. En Majuro, se observa la influencia taiwanesa por doquier. Muchos edificios y automóviles son donaciones de Taiwán, y la bandera taiwanesa ondea en varios lugares. En esa patética guerra fría que empezó entre Mao y Chiang Kai Shek, los marshaleses han aprovechado para recibir ayuda humanitaria del mejor postor.
            De hecho, el papel de las Islas Marshall en la escena internacional se reduce a eso: ser el caballito de batalla de alguna gran potencia. Tienen voto en la ONU, y es uno de los países que consistentemente vota a favor de Israel, aun cuando el mundo entero condena a los israelitas por sus abusos contra los palestinos. La cooperación entre Israel y las Islas Masrhall no es tan explícita. Pero, no es necesario ser un genio para entender que, en vista de que la mayor fuente del producto interno de las Islas Marshall es la ayuda que recibe de EE.UU., no le queda más remedio que votar en la ONU según se lo ordenen sus amos en Washington.
            En fin, el dominio taiwanés en Marshall me ha llevado a preguntarme, ¿por qué los chinos, dondequiera que vayan, terminan prosperando como comerciantes, mientras que los nativos terminan trabajando para ellos? Cuando las Islas Marshall estuvieron bajo la administración japonesa, en el período de entreguerras, la productividad del país aumentó significativamente, pero el pueblo no se benefició. Los japoneses hicieron grandes negocios, pero trataron muy mal a la población.
No me parece que esa explicación sea válida para explicar el dominio taiwanés en Majuro. Los japoneses llegaron con bayonetas y con su agresiva mentalidad militarista e imperial. Taiwán, en cambio, es un pequeño país sin ánimos expansionistas. Los taiwaneses han llegado a este país sin armas ni favoritismo de administradores coloniales. ¿Cómo explicar, entonces, su privilegio? Algún racista, como los autores del infame libro The Bell Curve, sugeriría que los chinos están mejor dotados genéticamente para la inteligencia, y así, termina por ser natural que dominen a los marshaleses, una raza con menor coeficiente intelectual. Yo no me trago ese cuento. Los taiwaneses no dominan gracias a la explotación, pero tampoco gracias a sus genes.

Quizás su cultura tenga mucho más que ver. El confucionismo atascó a China en el pasado por muchos siglos, pero a la larga, ha servido para cultivar la disciplina, el trabajo y el estudio entre los chinos. Ni los marshaleses ni los maracuchos tenemos esa ventaja. Los extranjeros con quienes he interactuado en Majuro se quejan de que los marshaleses son impuntuales y que no son muy dados a planificar las cosas con anticipación. Acá no hay el voraz emprendimiento de los chinos. Quizás sean más felices trabajando menos, pero eso hace inevitable que, a la larga, los extranjeros que sí tienen más disciplina, terminen ocupando posiciones de más privilegio, como efectivamente ocurre en los negocios de Majuro.

3 comentarios:

  1. Y esa teoría de que los protestantes son más trabajadores que los católicos, Se cumple allí?. Son los chinos taiwaneses protestantes?. Yo diría que la teoría que mejor explica eso es la colonización. Décadas de coloniaje, sin derecho si quiera a decidir quién es el colonizador, debe dejar esas secuelas de no incentivo al trabajo.

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    1. El confucionismo tiene algunas similitudes con la ética protestante dle trabajo. Los chinos llevan 2500 siendo confucionistas, los marshalleses sólo llevan 100 años siendo protestantes. Por otra parte, ciertamente las décadas de colonialismo pudo despojar de incentivo al trabajo a los marshalleses.

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  2. https://www.youtube.com/watch?v=pN3IP8bLJRI

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