En
Maracaibo, he estado acostumbrado a interactuar con estudiantes. Y, puesto que
siempre disfruto las discusiones y conversaciones académicas, cuando llega el
momento de evaluarlos, lo hago sobre la base de deliberaciones sobre diversos
temas. En las Islas Marshall, he descubierto que las cosas son muy distintas.
A los
estudiantes les pregunto su nombre, y responden aterrados, en voz muy baja. Si
ni siquiera tienen confianza para decir su nombre, ¡mucho menos la tendrán para
responder a una pregunta académica! En vista de eso, es imposible evaluar a los
estudiantes sobre la base de participación en clase. Además, la administración
universitaria en las Islas Marshall está a cargo de profesores que siguen el
modelo norteamericano. Y, en ese modelo, los exámenes con preguntas de
selección múltiple son los más habituales.
Así
pues, he tenido que recurrir a exámenes de selección múltiple. En uno de los
cursos que me han asignado enseñar, tuve que explicar dos conceptos, A y B (no
viene al caso los detalles). Expliqué que A ocurre primero, y B ocurre después.
En el
examen, hice una pregunta con tres opciones: A ocurre primero y B ocurre
después; B ocurre primero y A ocurre después; o ambas respuestas son válidas.
Obviamente, la tercera opción no es sólo errónea, es lógicamente imposible. Pero,
insólitamente, casi la mitad de los estudiantes seleccionaron la tercera
opción.
El curso
es en inglés, y quizás muchos estudiantes no entendieron bien la pregunta, porque
no dominan esa lengua. Si se hubiese planteado en su idioma, habrían captado
que la tercera opción es imposible. Puede ser. Pero, yo me atrevería a explorar
otras posibilidades. Quizás, sencillamente, los marshaleses tienen un nivel de
inteligencia inferior al de otro países, y eso le impide al marshalés común comprender
que es imposible que A antecede a B y B antecede a A, sean ambas correctas.
El CI
(coeficiente intelectual) promedio de las Islas Marshall es 84 (más de 100 se
considera alta inteligencia, menos de 70 se considera retraso mental). El
investigador que más se ha esforzado en recopilar estos datos, Richard Lynn,
insiste en que hay una correlación entre resultados de CI y desarrollo
económico. Yo no lo veo tan claro. Venezuela tiene también un CI promedio de
84, pero aún con nuestra crisis, no hay el nivel de pobreza que se observa en
las Islas Marshall. Por otra parte, la enorme riqueza petrolera de Venezuela y
las duras condiciones geográficas de las Islas Marshall podrían explicar ese
diferencial. Pero en ese caso, la riqueza de las naciones no está tanto en el
CI (como postula Lynn), sino en los recursos naturales.
Por otra parte, la
comparación de mis experiencias con estudiantes venezolanos y marshaleses me
hace dudar un poco de la validez del CI, pues me parece más o menos claro que
la inteligencia entre los venezolanos es mayor.
En todo
caso, las pruebas de CI han sido sometidas a muchas críticas. Varias de estas
críticas me parecen razonables, pero yo sigo pensando que es obvio que hay
países más inteligentes que otros, y en ese sentido, sí creo que la
jerarquización mundial del CI (con Singapore en el frente y Guinea Ecuatorial
en la cola) nos dice algo relevante.
El
problema es la interpretación que ofrecen Lynn y otros. Lynn postula que este
diferencial de inteligencia está en los genes de las poblaciones de cada país.
Yo no lo creo. James Flynn, otro estudioso de la inteligencia, ha documentado
que, en varias décadas, el CI de la especie humana ha aumentado
significativamente. En tan corto tiempo, no puede haber modificaciones
genéticas. Ese aumento de la inteligencia, entonces, se debe a las mejoras de
condiciones sociales, especialmente en la educación.
Y,
ciertamente, la ausencia de un sistema educativo eficiente puede hacer que la
gente sea incapaz de apreciar relaciones lógicas que a nosotros los
occidentales modernos nos parezcan muy elementales. El psicólogo ruso Alexander
Luria hizo unos famosos estudios explorando esto. En los años 30 del siglo
pasado, Luria viajó a Uzbekistán, e hizo algunas pruebas a campesinos uzbekos.
Les decía que en el norte todos los osos son blancos y que Zemba es una ciudad
en el norte. Cuando Luria preguntaba a los uzbekos de qué color son los osos en
Zemba, los campesinos no lograban articular la relación lógica de
transitividad. En vez de decir que esos osos son blancos, los uzbekos decían
que ellos no sabían, que nunca habían ido a Zemba, etc.
La tesis
de Luria era que, sin un contexto educativo, algunos de los procesos cognitivos
más básicos no se desarrollan. Desde entonces, Uzbekistán ha mejorado mucho sus
condiciones educativas, y hoy tiene un CI de 87 (¡mayor que el de Venezuela y
las Islas Marshall!). Eso es señal de que, en efecto, esa capacidad para el
pensamiento lógico se debe más a las condiciones educativas que a los genes.
Yo mismo
he hecho las preguntas de Luria a varios estudiantes marshaleses, y todos han
respondido que los osos de Zemba son blancos. Quizás la pregunta que les hice
en el examen era muy confusa. O, quizás los marshaleses tienen la suficiente
inteligencia para responder correctamente las preguntas de Luria, pero no
tienen aún la suficiente capacidad para responder preguntas en términos más
formales.
Los países con CI más
bajo son los del África subsahariana. Y, algunos autores racistas han formulado
la hipótesis, según la cual la selección natural no favoreció la inteligencia
en los pueblos subsaharianos, porque a diferencia de Europa, las condiciones
climáticas en África no fueron tan duras, y no se requirió de un alto nivel de
inteligencia para sobrevivir.
Esta teoría es
sumamente cuestionable. Pero, aun si fuese verdadera, más bien respaldaría la
hipótesis de que los marshaleses tienen buenos genes para la inteligencia. Pues,
las Islas Marshall, y Micronesia en general, fueron pobladas por navegantes muy
habilidosos, hace unos cuatro mil años. Estos navegantes, procedentes del
Sudeste asiático, debieron haber tenido un alto nivel de inteligencia para construir
embarcaciones y dirigirlas acordemente, hasta llegar a estos atolones. Aquellos
que no tuvieran buenos genes para la inteligencia, morirían en el intento. Así,
los marshaleses de hoy son los descendientes de aquellos navegantes que
sobrevivieron el viaje gracias a su inteligencia.
Tenga o no una base en los genes, lo cierto es que la
inteligencia también reposa sobre un importante añadido de condiciones
educativas. Y, en ese sentido, las Islas Marshall aún tienen un largo camino
por recorrer. Pero, del mismo modo en que hoy seguramente los campesinos
uzbekos serían capaces de responder las preguntas de Luria, es perfectamente
posible que los marshaleses, con más inversión educativa, puedan aumentar sus
niveles de inteligencia. Espero que mi labor educativa en este país, contribuya
a ese mayor desarrollo.
Es muy útil para comprender este tópico la obra de Lev Vygotski.
ResponderEliminarSí, Vygotski, Luria y Piaget son los tres grandes en este tema. Yo añadiría un cuarto: Levy-Brhul, a pesar de que ha sido injustamente satanizado por antropólogos relativistas.
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