domingo, 18 de septiembre de 2016

La inteligencia de los marshaleses

            En Maracaibo, he estado acostumbrado a interactuar con estudiantes. Y, puesto que siempre disfruto las discusiones y conversaciones académicas, cuando llega el momento de evaluarlos, lo hago sobre la base de deliberaciones sobre diversos temas. En las Islas Marshall, he descubierto que las cosas son muy distintas.
            A los estudiantes les pregunto su nombre, y responden aterrados, en voz muy baja. Si ni siquiera tienen confianza para decir su nombre, ¡mucho menos la tendrán para responder a una pregunta académica! En vista de eso, es imposible evaluar a los estudiantes sobre la base de participación en clase. Además, la administración universitaria en las Islas Marshall está a cargo de profesores que siguen el modelo norteamericano. Y, en ese modelo, los exámenes con preguntas de selección múltiple son los más habituales.

            Así pues, he tenido que recurrir a exámenes de selección múltiple. En uno de los cursos que me han asignado enseñar, tuve que explicar dos conceptos, A y B (no viene al caso los detalles). Expliqué que A ocurre primero, y B ocurre después.
            En el examen, hice una pregunta con tres opciones: A ocurre primero y B ocurre después; B ocurre primero y A ocurre después; o ambas respuestas son válidas. Obviamente, la tercera opción no es sólo errónea, es lógicamente imposible. Pero, insólitamente, casi la mitad de los estudiantes seleccionaron la tercera opción.
            El curso es en inglés, y quizás muchos estudiantes no entendieron bien la pregunta, porque no dominan esa lengua. Si se hubiese planteado en su idioma, habrían captado que la tercera opción es imposible. Puede ser. Pero, yo me atrevería a explorar otras posibilidades. Quizás, sencillamente, los marshaleses tienen un nivel de inteligencia inferior al de otro países, y eso le impide al marshalés común comprender que es imposible que A antecede a B y B antecede a A, sean ambas correctas.
            El CI (coeficiente intelectual) promedio de las Islas Marshall es 84 (más de 100 se considera alta inteligencia, menos de 70 se considera retraso mental). El investigador que más se ha esforzado en recopilar estos datos, Richard Lynn, insiste en que hay una correlación entre resultados de CI y desarrollo económico. Yo no lo veo tan claro. Venezuela tiene también un CI promedio de 84, pero aún con nuestra crisis, no hay el nivel de pobreza que se observa en las Islas Marshall. Por otra parte, la enorme riqueza petrolera de Venezuela y las duras condiciones geográficas de las Islas Marshall podrían explicar ese diferencial. Pero en ese caso, la riqueza de las naciones no está tanto en el CI (como postula Lynn), sino en los recursos naturales.
Por otra parte, la comparación de mis experiencias con estudiantes venezolanos y marshaleses me hace dudar un poco de la validez del CI, pues me parece más o menos claro que la inteligencia entre los venezolanos es mayor.
            En todo caso, las pruebas de CI han sido sometidas a muchas críticas. Varias de estas críticas me parecen razonables, pero yo sigo pensando que es obvio que hay países más inteligentes que otros, y en ese sentido, sí creo que la jerarquización mundial del CI (con Singapore en el frente y Guinea Ecuatorial en la cola) nos dice algo relevante.
            El problema es la interpretación que ofrecen Lynn y otros. Lynn postula que este diferencial de inteligencia está en los genes de las poblaciones de cada país. Yo no lo creo. James Flynn, otro estudioso de la inteligencia, ha documentado que, en varias décadas, el CI de la especie humana ha aumentado significativamente. En tan corto tiempo, no puede haber modificaciones genéticas. Ese aumento de la inteligencia, entonces, se debe a las mejoras de condiciones sociales, especialmente en la educación.
            Y, ciertamente, la ausencia de un sistema educativo eficiente puede hacer que la gente sea incapaz de apreciar relaciones lógicas que a nosotros los occidentales modernos nos parezcan muy elementales. El psicólogo ruso Alexander Luria hizo unos famosos estudios explorando esto. En los años 30 del siglo pasado, Luria viajó a Uzbekistán, e hizo algunas pruebas a campesinos uzbekos. Les decía que en el norte todos los osos son blancos y que Zemba es una ciudad en el norte. Cuando Luria preguntaba a los uzbekos de qué color son los osos en Zemba, los campesinos no lograban articular la relación lógica de transitividad. En vez de decir que esos osos son blancos, los uzbekos decían que ellos no sabían, que nunca habían ido a Zemba, etc.
            La tesis de Luria era que, sin un contexto educativo, algunos de los procesos cognitivos más básicos no se desarrollan. Desde entonces, Uzbekistán ha mejorado mucho sus condiciones educativas, y hoy tiene un CI de 87 (¡mayor que el de Venezuela y las Islas Marshall!). Eso es señal de que, en efecto, esa capacidad para el pensamiento lógico se debe más a las condiciones educativas que a los genes.
            Yo mismo he hecho las preguntas de Luria a varios estudiantes marshaleses, y todos han respondido que los osos de Zemba son blancos. Quizás la pregunta que les hice en el examen era muy confusa. O, quizás los marshaleses tienen la suficiente inteligencia para responder correctamente las preguntas de Luria, pero no tienen aún la suficiente capacidad para responder preguntas en términos más formales.
Los países con CI más bajo son los del África subsahariana. Y, algunos autores racistas han formulado la hipótesis, según la cual la selección natural no favoreció la inteligencia en los pueblos subsaharianos, porque a diferencia de Europa, las condiciones climáticas en África no fueron tan duras, y no se requirió de un alto nivel de inteligencia para sobrevivir.
Esta teoría es sumamente cuestionable. Pero, aun si fuese verdadera, más bien respaldaría la hipótesis de que los marshaleses tienen buenos genes para la inteligencia. Pues, las Islas Marshall, y Micronesia en general, fueron pobladas por navegantes muy habilidosos, hace unos cuatro mil años. Estos navegantes, procedentes del Sudeste asiático, debieron haber tenido un alto nivel de inteligencia para construir embarcaciones y dirigirlas acordemente, hasta llegar a estos atolones. Aquellos que no tuvieran buenos genes para la inteligencia, morirían en el intento. Así, los marshaleses de hoy son los descendientes de aquellos navegantes que sobrevivieron el viaje gracias a su inteligencia.

Tenga o no una base en los genes, lo cierto es que la inteligencia también reposa sobre un importante añadido de condiciones educativas. Y, en ese sentido, las Islas Marshall aún tienen un largo camino por recorrer. Pero, del mismo modo en que hoy seguramente los campesinos uzbekos serían capaces de responder las preguntas de Luria, es perfectamente posible que los marshaleses, con más inversión educativa, puedan aumentar sus niveles de inteligencia. Espero que mi labor educativa en este país, contribuya a ese mayor desarrollo.

2 comentarios:

  1. Es muy útil para comprender este tópico la obra de Lev Vygotski.

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    1. Sí, Vygotski, Luria y Piaget son los tres grandes en este tema. Yo añadiría un cuarto: Levy-Brhul, a pesar de que ha sido injustamente satanizado por antropólogos relativistas.

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